Manipular el clima para combatir el cambio climático


Por Boffa Solange
Los científicos se preparan para lo peor: si los intentos para reducir el impacto del cambio climático no funcionan debemos buscar soluciones alternativas, como la geoingeniería o la modificación artificial de las condiciones atmosféricas del planeta.

Las últimas técnicas están siendo sometidas a debate este martes por una conferencia científica de la Royal Society, el prestigioso colegio de científicos en Londres.

A pesar de todas las charlas y de todo lo que se ha hablado acerca del cambio climático, los esfuerzos globales para reducir las emisiones de CO2 no han sido -por el momento- lo suficientemente exitosos para detener sus posibles efectos nocivos.
"No hay ningún escenario creíble de emisiones en la que la temperatura global alcanzará su máximo y comenzará su declive para 2100", afirma el informe Geoingeniería del clima: ciencia, gobernanza e incertidumbre, publicado el año pasado por la Royal Society del Reino Unido.
"A menos que los futuros esfuerzos para reducir las emisiones de los gases invernaderos sean más exitosos de lo que han sido hasta ahora, serán necesarias acciones adicionales en forma de geoingeniería para enfriar el planeta", continúa el reporte.
Pero ¿qué es la geoingeniería, cuáles son sus riesgos y, debemos o no utilizarla en nuestro beneficio?
Según la Royal Society, la geoingeniería es la manipulación a gran escala del medio ambiente y las condiciones atmosféricas planetarias para contrarrestar las consecuencias del cambio climático generadas por causas humanas (o antropogénicas, como se dice científicamente).
El informe evalúa la posibilidad técnica de desarrollar las distintas ideas, su costo y sus posibles consecuencias, teniendo en cuenta que desconocemos los efectos a gran escala que podría traer para el clima modificar alguno de estos componentes. Son opciones arriesgadas y su puesta en marcha sería compleja por el requerimiento de coordinación internacional.
1. Aerosoles estratosféricos
Una de las formas de evitar el calentamiento global sería dispersar los rayos solares que llegan a la tierra de vuelta al espacio y no dejarles penetrar en nuestra atmósfera. Una amplia cantidad de partículas podrían ser liberadas en la estratosfera con ese objetivo.
Algunos científicos estiman que desviar un 2% de la luz solar en los sitios adecuados del planeta (como el Ártico) sería suficiente para compensar el efecto global de duplicar las emisiones de CO2 en el ambiente que existe en la actualidad.
Las ideas sugieren, por ejemplo, enviar aviones superjumbos a la parte alta de la atmósfera y depositar nubes de partículas infinitesimales de sustancias como sulfuro de dióxido o ácido sulhídrico.
También se contempla la posibilidad de construir microglobos que reflejen el sol de vuelta al espacio.
Finalmente otra de las ideas habla de realizar mediante la ingeniería unas partículas que tuviesen una mayor vida y que pudieran reducir el impacto del aerosol en los procesos químicos de la capa de ozono.
2. Siembra o creación de nubes artificiales
La manipulación ingeniera de la atmósfera pasa por sembrar más nubes para tener más control del tiempo y cambiar o controlar el tipo de precipitaciones que se producen y las zonas donde tienen lugar.
La siembra de nubes implica el uso de yoduro de plata o hielo seco (dióxido de carbono congelado) que acelera los procesos físicos naturales por los que se produce la lluvia.
Otras de las ideas consistiría en insertar sal en las nubes con el mismo objetivo.
El científico de la Universidad de Edimburgo Stephen Salter propone construir barcos de 300 toneladas que podrían pulverizar gotas de agua del mar en la atmósfera para crear estratocúmulos, o grandes bloques de nubes, en un intento no de crear nuevas nubes sino de potenciar la actividad de las que ya existen.
3. Reflectores espaciales
Algunas de las ideas más increíbles, propias de una película de ciencia ficción, se agrupan en esta categoría.
La idea es reducir la cantidad de energía que alcanza la Tierra al posicionar mecanismos que actúen como para soles o sombrillas que reflejen en el espacio la radiación solar.
Las técnicas que se barajan van desde un refractor hecho en la Luna de un millón de toneladas de cristal, una red superfina de aluminio o un enjambre de 1.000 billones de pequeños espejos lanzados al espacio en cantidades de un millón cada minuto en los próximos 30 años.
Los costos de esta opción son en muchos más casos más altos que otras alternativas, por la dificultad técnica que implica hacer una instalación solar.
4. Aceleración de la meteorización
Los científicos están experimentando con distintas técnicas para promover las reacciones naturales de CO2 del aire con rocas y minerales, de forma que ciertos materiales puedan almacenar o consumir mucho más CO2 que lo harían de otro modo.
El dióxido de carbono se elimina naturalmente de la atmósfera de forma natural por el proceso de mineralización o disolución del carbonato y las rocas ricas en silicatos, la forma más común de rocas en la Tierra, que reaccionan con el dióxido de carbono para formar carbonatos (consumiéndolo en el proceso).
Otras técnicas incluyen el uso de cultivos que absorban más CO2 y reflejen menos en la atmósfera o modificar la alcalinidad u otros químicos en los océanos.
5. Fertilización de los océanos
Una de las opciones que se ha considerado durante mucho tiempo es añadir más hierro a los océanos. Se sabe desde hace tiempo que el océano es uno de los mayores receptores del CO2 global, lo captura de la atmósfera y lo secuestra en sus profundidades.
El crecimiento de las algas marinas y de fitoplancton es el responsable directo de la captura del dióxido de carbono de la atmósfera. Pero el crecimiento de este tipo de plantas se ve limitado por la falta de componentes nutricionales en las aguas marinas.
Añadir algunos de estos componentes, como hierro o nitrato para estimular el crecimiento de estas plantas podría ser una forma de acelerar la captura de CO2 de la atmósfera.
Las plantas toman el dióxido de carbono cuando están en proceso de crecimiento y, una vez que mueren, se lo llevan consigo al fondo del océano.
Sin embargo el informe de la Royal Society afirma que ésta es una de las técnicas con menor potencial porque no se ha comprobado que realmente sea efectiva y porque podría tener efectos secundarios medioambientales indeseados.
6. Grandes reflectores terrestres
El objetivo de modificar el albedo (la relación entre la radiación que cualquier superficie refleja sobre la radiación que incide sobre la misma) terrestre es convertir al planeta entero en un lugar más brillante de forma que refleje la radiación solar de vuelta.
Por ejemplo, se trataría de eliminar los árboles en paisajes llenos de nieve para que el reflejo de este elemento natural devuelva y no absorba los rayos del sol.
Las técnicas para modificar los albedos se centran por tanto en determinadas áreas, urbanas, el desierto o zonas de cultivo y tienden a estar localizadas en el espacio. Como resultado, su efectividad dependería de la cantidad de sol que alcanza la superficie.
El informe de la Royal Society afirma que esta sería una de las técnicas menos efectiva, más cara y cuyos efectos para el entorno y el impacto en el tiempo de cada región podría ser muy serio.
7. Secuestro y captura de carbono
El secuestro y capturo de carbono es una de las tecnologías energéticas que podría cambiar el futuro. La idea consiste en secuestrar el dióxido de carbono generado en las plantas de combustión eléctrica, y transportarlo a los lechos marinos o a lugares donde se produzcan las condiciones geológicas necesarias para poder almacenarlo y enterrarlo durante millones de años.
La captura del dióxido de carbono se produciría mediante procesos químicos muy costosos y en los que se centra parte de la investigación para mejorar esta técnica en la actualidad. Su alto costo y lentitud en eliminar el CO2 de la atmósfera lo hace unas técnicas no demasiado prometedora, según la Royal Society.
También existe incertidumbre frente a las posibles consecuencias naturales de un escape o fuga.
8. Árboles artificiales
Los árboles y otras plantas naturales son los principales encargados de limpiar el CO2 de la atmósfera terrestre, al absorber el CO2 y lo almacenarlo en sus tejidos.
Los científicos han conseguido recrear ese proceso con el diseño de árboles sintéticos capaces de capturar mucho más CO2 que los naturales, convirtiéndolos en un arma contra el calentamiento global.
Los árboles artificiales son en esencia torres de alta tecnología con materiales especiales absorbentes que resulta hasta 1000 veces más rápido que el proceso natural.
9. Depuradores gigantes de CO2
Similar a la técnica utilizada en la captura y secuestro del carbono, la captura de dióxido de carbono procedente de procesos industriales para producir un aire limpio que puede utilizarse o desecharse constituye una de las técnicas más prometedoras porque ya han resultado probadas en algunos casos y tecnológicamente podrían ser desarrolladas.
En la actualidad ya existen sistemas comerciales que eliminan el CO2 del aire para utilizarlo en otros procesos industriales o sistemas que toman gases de combustión emitidos por mecanismos como recicladores de transbordadores espaciales, sumergibles o depósitos de baja presión.
Pero estos no han sido probados en gran escala y permanece la duda si se podría llevar a cabo de una forma en que el costo fuese viable.
10. Provocar la erupción de volcanes
Una de las ideas más arriesgadas que se barajan, aunque se desconoce si podría tener consecuencias indeseadas, sería la provocación artificial de erupciones volcánicas. Todo se basa en la experiencia de la erupción del volcán Krakatoa, una de las más violentas ocurridas jamás en la historia, que envió enormes nubes de cenizas a la estratosfera reduciendo drásticamente la cantidad de energía solar que alcanzó la Tierra.
Como consecuencia de esta erupción y de este efecto la Tierra bajo su temperatura en 0,5 grados centígrados durante un año o más y esto afecto a los patrones de temperatura del globo durante varios años después de que se produjese.
Quizá la posibilidad de provocar la erupción de un volcán ilustra mejor que mucho de las anteriores el riesgo real de la geoingeniería.
¿Fue necesario tener que llegar a este extremo?

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